El estudiante, al tratar de
comprender y aplicar estas potentes, aunque sencillas leyes, tiene que
mantener una guardia estricta sobre su pensamiento y expresión, ya que cada
vez que uno piensa o dice «no Soy», «no puedo» o «no tengo» está ahorcando la
Magna Presencia Interior, consciente o inconscientemente y en forma tan tangible
como si se colocaran las manos alrededor del cuello de alguien; sólo que con
respecto a una forma exterior el pensamiento puede hacer que la mano lo suelte
en cualquier momento, mientras que cuando uno hace una declaración de no ser,
no poder o no tener se pone en movimiento la energía ilimitada que continúa
actuando hasta que uno mismo la ataja y transmuta la acción.
Esto te mostrará el enorme
poder que tú tienes para calificar, determinar u ordenar la forma en que
quieres que actúe la gran energía de Dios. Y te digo, amado estudiante, que la
dinamita es menos peligrosa. Una carga de dinamita sólo desintegrará tu cuerpo,
mientras que LOS PENSAMIENTOS IGNORANTES LANZADOS SIN CONTROL NI GOBIERNO ATAN
A LA RUEDA DE LA REENCARNACIÓN INDEFINIDAMENTE[1], o
sea que, mientras dure un decreto sin atajar, sin transmutar o disolver, continúa
imperando per sécula seculorum, ¡y
por disposición del propio individuo!
Por esto verás cuan
importante es que tú sepas lo que estás haciendo cuando usas expresiones incorrectas
impensadamente, ya que estarás empleando el más potente y Divino Principio de
Actividad en el Universo, o sea, el «YO SOY».
No comprendas mal. No se
trata de una expresión o idea oriental, extranjera, vana, liviana, ni de
ninguna exageración. Se trata ni más ni menos que del más alto Principio de
Vida usado y expresado a través de todas las civilizaciones que hayan existido.
Recuerda que lo primero que toda forma de vida consciente de sí misma expresa,
es «YO SOY». Es mucho más que «yo existo». Es después, en su contacto con lo
exterior, con actividades incorrectamente calificadas, que él comienza a
aceptar cosas menores que «YO SOY».
[1]
La humanidad debe ser informada de que los habitantes de las ciudades mueren y
reencarnan en el mismo sitio muchas veces, porque han formado ligaduras que
los atraen de nuevo al mismo ambiente. El estudiante que tiene que
reencarnar debe dar la siguiente orden: «la próxima vez naceré
en una
familia de gran luz». Esto les abrirá la puerta
con gran rapidez en su progreso.
Libro de oro de Saint Germain
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